9 de mayo de 2011

Si tú te vas, no queda nada.

- ¿ Te gustaría venir conmigo? 
+ ¿Dónde?
 - No sé, esperaba que dijeras que sí y nada más. 
+ Me parecía que era obvio que quería. 
- Bueno. 
+ ¡ Aii ! Claro que quiero ir contigo, tonta.
 - ¿ De verdad? 
+ Al fin del mundo si hace falta. 
- Pues ven. Dame la mano. Cierra los ojos. ¿Nos ves? Sí, estamos ahí. En esa playa. Sí. sí, en esa exactamente. En esa playa de arena blanca, perdida en el mundo, solos tú y yo, tomando el sol todo el día, sin nada más que hacer, sin nada más que pensar, solos, tú y yo, nosotros, amándonos cada día un poco más, cada hora, cada minuto, cada segundo.
 + ¡Me encanta este sitio! 
- Pues entonces puedes venir conmigo siempre que quieras. Pero con una condición. 
+¿ Cuál? Aunque aceptaría cualquiera.
 - Prométeme que nunca, nunca, nunca te vas a ir.
 + ¿Sólo eso? Te lo prometo. Estaré aquí para siempre y un día más.
 - Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario